En un contexto deportivo de alta expectativa, surge un suceso que sacude las estructuras del fútbol peruano. Descubre aquí los detalles.
Cuando la emoción por el próximo enfrentamiento deportivo entre Perú y Chile por las Clasificatorias para el Mundial 2026 estaba en su punto más alto, la noticia de la detención de Agustín Lozano, presidente de la Federación Peruana de Fútbol (FPF), golpea fuertemente al ambiente futbolístico. Este jueves, Lozano fue aprehendido en el marco de una amplia operación de la Fiscalía ante las sospechas de una red de corrupción y malversación de fondos de la asociación.
La determinación de la justicia incluye una detención preliminar de 15 días para el directivo, mientras se avanzan en las investigaciones correspondientes. Los procedimientos de allanamiento abarcaron su domicilio y 17 propiedades más a nivel nacional. Durante su arresto, Lozano fue sorprendido por los medios de comunicación al salir de su vivienda en medio del tumulto; allí, pidió serenidad a su familia y a sus allegados, manteniendo la esperanza de que la justicia esclarezca la situación.
El impacto de esta crisis en la federación no podría haber llegado en un momento más crítico, ya que se proyectaba una alta sintonía para el encuentro del 15 de noviembre, en el que Perú sería anfitrión ante el equipo chileno a las 22:30 horas. Este episodio amenaza con desviar la atención de los aspectos meramente deportivos y plantea interrogantes sobre el liderazgo y la gestión de recursos dentro de la FPF.
Más allá del campo de juego, el fútbol peruano ahora se enfrenta a un desafío de transparencia y ética, poniendo en juego la confianza de los aficionados y de la comunidad internacional. La resolución de este caso no sólo afecta a los involucrados directamente, sino que tiene el potencial de afectar la imagen y la integridad de todo el entorno del fútbol en Perú.